Djokovic hace enloquecer a Kyrgios y conquista su séptimo Wimbledon
Novak Djokovic se proclamó campeón de Wimbledon después de vencer a Nick Kyrgios en la final (4-6, 6-3, 6-4, 7-6)
Kyrgios pierde los papeles en la final de Wimbledon: ¡A gritos con su propio equipo!
Novak Djokovic ya tiene su séptimo título de campeón de Wimbledon. El tenista balcánico no entiende de rivales y se impuso (4-6, 6-3, 6-4, 7-6) a un combativo Nick Kyrgios en cuatro sets. El australiano, excéntrico a más no poder, dio la de cal y la de arena con un inicio mágico que hizo soñar a sus incondicionales y una pérdida de papeles que le costó el tercer set en su momento clave. Nole, mucho más calmado, pausado y calculador, supo cuándo y cómo reaccionar y suma así su cuarto título consecutivo en el All England Club.
Kyrgios fue todo lo que se podía esperar de él en la final, pero la montaña rusa en la que acostumbra a convertir sus partidos fue dominada por Djokovic, curtido en mil batallas de este calibre y que con una templanza que no siempre le caracteriza fue construyendo sus ventajas con la puntualidad de los mejores de la historia. Después de un primer set adverso, Novak aceleró en el segundo para igualar y en el tercero, esperó al momento justo para confirmar una remontada que cerraría en la muerte súbita del cuarto.
La conquista de Djokovic no es ni mucho menos menor, pues significa el vigésimo primer Grand Slam en la cuenta particular del serbio, que se coloca a sólo uno de Rafa Nadal con el US Open, que aún no sabe si podrá disputar –al no estar vacunado– en el horizonte. Además, Nole se confirma como el absoluto dominador actual de la hierba, con su cuarto título consecutivo en el All England Club, donde no pierde desde 2017.
Kyrgios pudo escribir la historia de otra manera pero no pudo, porque su tenis no tiene la constancia que le gustaría y sus cortocircuitos hacen el resto. Se demostró en la final de Wimbledon, el escenario de mayor presión al que se ha sometido el australiano en su carrera y que acabó pagando, a grito pelado, con varias escenas que muestran su desquicie dentro de una actuación que, pese a todo, estuvo a la altura de la final.
Un primer set majestuoso, con sólo cinco puntos perdidos al servicio, lanzó a Kyrgios en el partido e hizo saltar las alarmas sobre Novak Djokovic, favoritísimo a priori en la final. Nick sacaba con una goma y casi todo le entraba, con un resultado favorable de 6-4 en apenas 30 minutos de partido.
Nole pagaba un mal inicio, como ya le sucediera ante Sinner y Norrie en rondas previas, aunque sabía dónde estaba el traje de las remontadas. Con una filosofía calmada, con motivo de su sobrada experiencia en las finales, Djokovic trazó el plan para levantar la desventaja y lo hizo a la perfección. En el segundo set, el ya siete veces campeón en Wimbledon sacó la manguera para apagar a un Kyrgios encendido en lo tenístico y poco a poco convirtió esas llamas en incendiarias para el propio jugador australiano.
Kyrgios cayó en la segunda manga con un solo break en contra y con la cuádruple posibilidad, en el noveno y último juego del set, de romper a Djokovic y luchar por seguir gobernando en el partido. No pudo Nick porque, como tantas otras veces, Nole sacó su mejor juego en la situación más adversa y ató con un 6-3 la manga que le iba a lanzar en el partido.
El tercer set se mantuvo igualado, con un Kyrgios cuyo servicio marcaba diferencias para igualar el tenis superior de Djokovic. Así llegamos al 4-4 y como ya habíamos visto anteriormente en el partido, el australiano se adelantaba de forma clara. El 40-0 adelantaba un nuevo juego ganado por Nick, pero este comenzó a entrar en bucle hasta ir perdiendo, uno a uno, los puntos que acabarían con su resistencia parcial. Djokovic remontaba casi sin querer y Kyrgios lo pagaba claro, montando un show lamentable en el que se pasó más de un minuto a voces con su propio equipo.
Djokovic, cómo no, aprovechaba la oportunidad y llegaba al cuarto con la contienda encarrilada para su séptimo Wimbledon. Repetimos, no fue la versión más brillante del balcánico pero sí una de las más calculadoras y así, calculadora en mano, fue midiendo lo que le hacía falta hasta llevarse la final. Fue en la muerte súbita donde Nole pegó el acelerón definitivo y, esta vez sí, mostrándose muy superior a su rival, pudo levantar los brazos y volver a saborear las mieles del triunfo en Wimbledon. Y ya van siete veces.